Es necesario volver a construir la vida cristiana alrededor de su único centro: la Liturgia.

viernes, 8 de octubre de 2010

P. Claude Barthé: “La crítica de la reforma”


El Padre Claude Barthé ha concedido una entrevista al periodista Daniel Hamiche. La misma fue traducida al inglés por un sacerdote anglicano, Anthony Chadwick. Presentamos nuestra traducción de la versión inglesa.
*
Misa_Benedicto
***
El Padre Barthe acaba de publicar una pequeña “bomba” llamadaLa Messe à l’endroit”. En 1955, el autor Paul Claudel escribió un notable artículo “La Misa en reversa”, para estigmatizar lo que en la época eran solamente experimentos litúrgicos. Ahora el Padre Barthe quiere poner “la Misa en la dirección correcta”. Cree que lo apoya toda una corriente, descripta en la Iglesia como “la reforma de la reforma”.
*
Su libro más reciente (Claude Barthe, “La Messe à l’endroit. Un Nouveau mouvement liturgique”) nos tomó por sorpresa, porque usted es conocido como defensor de la Misa tradicional y ahora se está ocupando de la llamada Misa de Pablo VI. ¿Por qué su interés?

Defender una nunca me ha impedido, sino al contrario, estar interesado en la transformación de la otra, es decir, la de Pablo VI. En 1997, diez años antes del Motu Proprio, publiqué un libro de entrevistas, “Reconstruyendo la Liturgia”. Entrevistas todas acerca de la situación de la Liturgia en las parroquias. El mismo tema que en este libro. Claro que el Motu Proprio del 2007 dio nueva vida a estas ideas. La idea fundamental es que las dos líneas de crítica a los cambios producidos bajo Pablo VI – es decir, la crítica frontal que quiere promover la amplia difusión de la anterior Liturgia, de San Pío V; y la crítica de reforma, que llama a una “reforma de la reforma” y busca producir un cambio dentro de la Liturgia de Pablo VI – están cada vez más conectadas. La “reforma de la reforma” propuesta no puede lograrse sin el soporte de una celebración tan difundida como sea posible de la Misa tradicional. La liturgia tradicional no puede esperar ser rehabilitada masivamente en las parroquias sin recrear un entorno vivo, que sería la obra de la “reforma de la reforma”.
*
Los tradicionalistas de la Forma Extraordinaria piensan que el Misal de Pablo VI no puede ser salvado y que tendría que ser descartado. Ahora bien, usted piensa que puede ser reformado e incluso “enriquecido”. ¿Cómo?

En primer lugar, creo que no es para nada realista creer que podemos utilizar una varita mágica y hacer que todas las Misas sean celebradas según la Forma antigua en todas las parroquias del mundo. Sin embargo, noto – con muchos otros, algunos de ellos en muy altas posiciones – que el Misal de Pablo VI contiene una posibilidad casi infinita de opciones, adaptaciones e interpretaciones, y que una elección progresiva y sistemática (o sistemáticamente progresiva) de las posibilidades tradicionales que ofrece hace posible su “re-tradicionalización” en las parroquias, y esto lícitamente (según la letra de la ley y su espíritu). Es un hecho simple: de los muchos párrocos (he compilado una lista rápida en Francia, que obviamente no debo publicar, pero es impresionante) que están practicando, a menudo paso a paso, esta “reforma de la reforma”, la mayoría de ellos también celebra la Misa tradicional. Para responder a su pregunta, diría que creo que la liturgia romana puede ser salvada, y esto ya se está dando en la práctica, por medio de una acción doble: hacer cada vez más conocido el rito de San Pío V, y la “reforma de la reforma”. Esto hará posible, citando un famoso discurso de Pablo VI, el quitar de la reforma todo lo que es viejo y obsoleto, porque no es tradicional. Veremos lo que se salva luego de esta operación…
*
Usted nos hace descubrir mucho de la relativamente desconocida historia litúrgica de los últimos cuarenta años. Mientras que los que apoyan la Misa antigua no se interesan por una reforma del nuevo Misal, sus seguidores “moderados”, una pequeña minoría, promueven continuamente su reforma. ¿Podría explicar brevemente esta posición?

Se trata de lo que podríamos llamar “la crítica de la reforma” del nuevo Misal. En breve, y por hablar sólo de Francia, podemos recordar a teólogos como Louis Bouyer, que participaron activamente en la reforma conciliar pero que rápidamente entraron en conflicto con algunos de sus aspectos (el significado de la celebración, por ejemplo). La Abadía de Solesmes, y en distintos grados algunas de las casas que dependen de ella, han aceptado la reforma, pero enteramente en latín y con canto gregoriano. La comunidad de San Martín, de Mons. Guerin, también optó por el Misal de Pablo VI, pero en una interpretación muy tradicional. Mons. Maxime Charles, rector de la Basílica de Montmartre, y luego el Padre Michel Gitton, quien fuera párroco de Saint Germain l’Auxerrois en París, han trabajado por preservar lo que podía salvarse de la ruina. Y, más importante aún, está el fenómeno Ratzinger.

Ya en 1966 Joseph Ratzinger había intervenido muy severamente en el Katholikentag en Bamberg acerca de la reforma que estaba en marcha. La pelea contra lo que cree es un “falso espíritu del Concilio” ha sido sustancial para quien fue nombrado Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe en 1981, y luego se convirtió en Papa en el 2005. En temas relativos a la liturgia, Joseph Ratzinger fue mucho más lejos que los demás reformadores. Ahora sabemos que organizó una reunión de cardenales en Roma, el 16 de noviembre de 1982, “acerca de cuestiones litúrgicas”, e hizo que todos los prefectos de las Congregaciones que participaron en la reunión afirmaran que el “antiguo” Misal Romano debía ser “aceptado por la Santa Sede en toda la Iglesia para las Misas celebradas en latín”. Era 1982, exactamente un cuarto de siglo antes del Motu Proprio Summorum Pontificum.
*
Su libro lleva el subtítulo “Un nuevo movimiento litúrgico”. ¿Se trata de un deseo o de un hecho – que en torno a Benedicto XVI, que parece ser quien encabeza esta “reforma de la reforma”, se está juntando un grupo de influyentes prelados y sacerdotes que intentan promoverla para bien?

Precisamente, basada en las obras de Joseph Ratzinger (“Informe Ratzinger”, “Mi vida”, “El espíritu de la Liturgia”, “Un canto nuevo para el Señor”, “La fiesta de la fe”), se ha construido una nueva generación de teólogos, historiadores del culto, oficiales de alto rango. Ahora forman un círculo de pensadores de la “reforma de la reforma” – un nuevo movimiento litúrgico como lo llama el Papa – y apoyan el Motu Proprio. Ninguno de ellos – y especialmente el primero de ellos, el Papa, tampoco – intentan promover la “reforma de la reforma” con textos, decretos, o con un nuevo Misal que uniera los dos ritos, un Misal de Benedicto XVI que se agregase a los misales de San Pío V y de Pablo VI.

No, ellos quieren proceder por el ejemplo, la exhortación, la educación, y más importantemente aún, evocando el tema de la Carta de San Pablo a los romanos: causando una “saludable tensión” entre la forma hoy conocida como “ordinaria” y la forma conocida como “extraordinaria”. Esto es una meta de la restauración ratzingeriana desde 1985: busca influir en el curso de los eventos conciliares, pero en una forma exhortativa, no coercitiva. La “reforma de la reforma” ya existe en muchas parroquias. Lo suficiente como para animar, expandirse y, especialmente, alcanzar el nivel diocesano. Sería más apropiado que, en lugar de ser realizada por los sacerdotes y el Papa, fuera trabajo de los obispos. Imagínese el maravilloso efecto de restauración, no sólo litúrgica sino de todo lo que viene con la Liturgia: las vocaciones, la doctrina, la catequesis, la práctica religiosa; todo esto producido por un obispo, luego dos, luego tres, etc., que llevasen el altar hacia la parte trasera de las catedrales, que restauraran los comulgatorios, reintrodujeran el latín y el canto gregoriano, y que celebrasen regularmente la Misa Tradicional. Vuelvo a enfatizar en lo mismo: esta “reforma de la reforma” no puede lograrse sin una más amplia celebración de la Misa según el Misal tradicional. E, inversamente, para que la liturgia tradicional exista en las parroquias ordinarias, se necesita un retorno a las fuentes tradicionales, representado por la “reforma de la reforma”.

Importantes oficiales que están a favor de este nuevo movimiento litúrgico también animan a la reducción del número de los concelebrantes y de las concelebraciones; la reducción del número de las plegarias eucarísticas; la reintroducción de elementos de la Misa tradicional en los muchos “agujeros” de la Forma de Pablo VI (genuflexiones, besos al altar, antiquísimas señales de la Cruz durante el Canon); el reemplazo de las Misas con enorme número de asistentes – en las que el culto se transforma en una demostración – por Horas Santas, la bendición con el Santísimo Sacramento; y la restauración del signo de paz como una acción sagrada y no como una signo de cortesía social; etc.

Este libro me trajo también muchas reacciones positivas de sacerdotes. Toda idea correctiva es útil si se pone en la práctica y no queda como un mero buen deseo. La mayoría provienen de párrocos que celebran tanto la antigua como la nueva Forma de la Misa. 40 años después de esta agitación sin precedentes en la historia del Rito Romano representada por la reforma de Pablo VI, y entre las ruinas de la secularización en el mundo católico que dicha reforma – al menos – no previno, es claro que hay un clima de “retorno”, en una minoría, pero que espera crecer. Por supuesto, la Liturgia es sólo uno de estos aspectos, pero dada la naturaleza de la Liturgia, se trata de un aspecto muy significativo.
***

jueves, 8 de octubre de 2009

La Misa no puede ser pedestal de gustos personales




Es muy común hoy escuchar a fieles perplejos y hasta indignados a veces viendo como las formas de la misa cambian de un lugar a otro y de acuerdo al sacerdote. Cada sacerdote tiene sus gustos propios y de acuerdo a eso va aplicando sus propias medidas a la celebración de la misa: unos usan el cánon romano, otros encambio prefieren todo más breve, utilizando única y exclusivamente el cánon II sin nunca -ni siquiera en sábado santo- usar el cánon I; otros celebran la misa coram deo -no de espalda, sino de frente a Dios-, mientras otros dicen que es mejor mirar al pueblo; unos usan casulla y síngulo, otros prefieren estar más "fresquitos"; unos se sirven de acólitos, otros prefieren sin porque quieren "evitar la fatiga"; unos dan la comunión, otros en cambio prefieren dejarlo todo en manos de los "ministros de la comunión";  y así una lista interminable de cosas que pueden tener infinitas combinaciones.




¿Qué pasa con los fieles? pues se los presenta una liturgia con infinidad de formas según los gustos de cada uno con lo cual se pierde el sentido de "Sacrificio único". ¿Resultado? Cada fiel va a la misa que presenta mejores atractivos y, obviamente, cada sacerdote busca hacer aquello que más agrada a los fieles y más los pueda atraer: ¿Qué te pareció la misa? ¿Qué dice la gente? Fue la pregunta que más de una vez escuché de los sacerdotes que están más preocupados por el show que por el sacrificio.


Yo no quiero que sea igualito en todas partes, pues nunca fue así. Durante siglos la Iglesia se benefició de numerosos ritos que la enriquecían enormemente, pero todos bien estructurados y ordenados y, sobre todo, decorosos. Cómo hoy en día los clérigos están tan influidos y hasta envenenados con la cultura moderna vacía de belleza y orden que hace que sus opciones sean también vacías de belleza y orden.

martes, 6 de octubre de 2009

La problemática de la Misa dominical en algunos sacerdotes y la paradoja de la concelebración






Muchos sacerdotes, debido a la escasez de clero en muchas diócesis españolas, se ven obligados a celebrar una gran cantidad de misas los domingos, para permitir el cumplimiento del precepto dominical al conjunto de los fieles no ordenados. En esta dinámica entran la mayoría de los sacerdotes que tienen celo por las almas, porque los otros ya sabemos cómo actúan. Por lo general una o dos misas, y a su casa. Pero ¿cuáles son las disposiciones canónicas al respecto?



A tenor del canon 905, se prohíbe a los sacerdotes católicos de Rito Romano la celebración de más de tres Misas los domingos (trinar) y de dos (los días entre semana, binar). Pero, ¿pueden con estas restricciones hacer frente al mandato de sus respectivos obispos? Difícilmente. Y es ahí donde reside el problema porque la dispensa alcanza estos límites, pero no se pueden rebasar. Lo cual está sucediendo, y por desgracia, la problemática afecta a muchos de ellos, que han tenido que enfrentarse a esta cuestión. Una vez más en soledad, en la soledad de sus conciencias.



Al mismo tiempo, y de forma paradógica, se percibe un aumento de las concelebraciones, cuando parecen que éstas no tienen mucho sentido, a excepción de algunos momentos litúrgicos concretos durante el año, como es el caso de la Misa Crismal o el el Jueves Santo en Semana Santa. La verdad es que no se entiende muy bien lo que está pasando, pero desde luego, algo tiene que cambiar. ¿Realmente son las concelebraciones la manera de ejercer más eficazmente el ministerio? ¿No son más bien de una época pasada, donde el entusiasmo postconciliar campaba a sus anchas anunciando la Primavera de la Iglesia que nunca llegó? Hoy en día, donde los católicos somos cada vez más perseguidos y donde las comunidades son más pequeñas, no estaría de más volver a la forma tradicional de celebrar el santo sacrificio y dejarnos de innovaciones pretéritas.

Fuente: http://www.sectorcatolico.com/2009/09/la-problematica-de-la-misa-dominical-en.html 

lunes, 5 de octubre de 2009

Para adorarte en espíritu y DE VERDAD




Pena que después de mucho tiempo tendré que volver a escribir pero con una queja entre las manos. Yo sé también que este tipo de comentario me hará terriblemente impopular. Pero "soy amigo de Sócrates, pero más amigo sy de la verdad".

No es, sin embargo, una simple queja, sino que "el celo de tu casa me consume". No puedo soportar ver tanto descontrol y tanta falta de sentido en lo que veo, sobre todo en referencia a la liturgia, centro de nuestras vidas.

Antes de comenzar, quisiera aclarar en sencillas y no tan doctas ni rebuscadas palabras por qué la liturgia es centro de nuestras vidas y de la Iglesia:
  1. Porque es el sacrificio de Cristo, perpetuado por los siglos, dejado por Él mismo para hacernos partícipes de su vida divina. Eso significa que el sacrificio eucarístico no es un invento humano ni mucho menos, sino que es prefiguración de la liturgia divina, un pregustar de las cosas del cielo -que por eso mismo no tienen mucho que ver con nuestras modas ni gustos mundanos-.

  2. Porque podemos decir -contrario a los protestantes- que Jesucristo realmente está presente en la Eucaristía. Eso significa que si bien el no se preocupa con nuestro porte externo, eso no significa que nosotros no debamos preocuparnos por eso. Yo estoy seguro que el Papa no se preocupará por verme en ropa deportiva o muy corta para recibirme en su despacho, pues sé que es humilde; pero yo sería un total idiota si me presentara así delante de él. ¿Cuánto más delante de Dios?

Considerando estas dos cosas, debo decir que hoy vemos cada vez más un abuso increible de confianza y cercanía a Dios. Ya nadie lo respeta. Esta cuestión de la "religión del corazón" está llegando cada vez más a límites insospechados, y lo vemos directamente en la liturgia. La liturgia no debería solo comprometer al corazón, sino a todo el cuerpo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas. Pero al ver tanta flojera en el cuidado de la liturgia, en el porte exterior, en las "cosas de arriba", no parece que estemos amándolo con todas nuestras fuerzas.

En la fotografía de arriba: una mujer con los pechos semi afuera, recibiendo la comunión de una ministra de la comunión desde un copón que más bien parece uno de aquellos vazos de aluminio para tomar cerveza en un pueblucho del interior. Nada de solemnidad, nada de cuidado, nada de adoración. ¿Qué está ofreciendo la ministra? ¿Algún tipo de galletita o biscochuelo? ¡No señor! Es el Cuerpo de Nuestro Señor Jesucristo. A los magnates y principes de este mundo los sientan en los primeros puestos, pero a Cristo se lo recibe en la mano, sin actitud reverente, sin solemnidad; se lo sostiene en cualquier recipiente y lo dá cualquier persona.

Pero para que no crean que soy un tradicionalista agrio. La siguiente fotografía muestra una misa celebrada en Summer Beats (una fiesta gigantesca de DJs católicos organizada en Brasil) donde se ve bastante más cuidado y atención. Me gustó. Y me parece más digno.



Pero volvamos a la primera fotografía. Pregunto ahora: Si Cristo está presente hasta en las partículas de la eucaristía, ¿saben que va a pasar después con las partículas que quedan en la mano de esta mujer? Pues Cristo Eucarístico irá a parar en el lugar donde esta mujer coloque la mano. ¿Y si se cae al suelo? Y nadie lo recogerá hasta que se quede pegado a la suela del zapato de alguien. ¿Y si se lo lleva al cabello con las manos? Y la partícula del cuerpo de Nuestro Señor Jesucristo quedará ahi hasta que sea barrido con la ducha del baño y vaya a parar al desagüe. Y no estoy exagerando. Gracias a Dios que el pan eucarístico, cuando deja de ser pan -unos minutos despues de mojarse- deja de ser Cuerpo de Cristo. Dios es sabio y eso me consuela.

El Celo por tu casa me consume y no puedo estar tranquilo mientras vea como el pueblo de Dios no descubre la grandeza de su tesoro, la Eucaristía, porque sus propios pastores son flojos e inconsistentes, más preocupados de su fama que de su Señor. Pero hasta aquí con el tema.

Que Dios nos bendiga y no conduzca a su monte santo, para que conociéndolo como és podamos adorarle en espíritu y "de verdad" (error voluntario).

miércoles, 15 de julio de 2009

El Cardenal Sodano pide una “reforma de la reforma” en la Liturgia..



En una carta dirigida a los participantes de la Semana Nacional de Liturgia de Italia.


En una carta dirigida a los participantes de la Semana Nacional de Liturgia de Italia, clausurada este viernes, el Cardenal Angelo Sodano, Secretario de Estado, señaló que es el momento de evaluar la reforma litúrgica 40 años después de lanzada tras la conclusión del Concilio Vaticano II. En la carta, dirigida al Presidente de la Comisión Episcopal de Liturgia, de la Conferencia Episcopal Italiana, Mons. Adriano Caprioli, el Cardenal Sodano transmite el saludo del Papa Juan Pablo II a los participantes, y señaló que “no puede no darse gracias a Dios por todo lo que el Espíritu ha realizado en la Iglesia”, pues “la reforma ha impreso vitalidad y vigor espirituala la vida litúrgica del pueblo cristiano”.
Sin embargo, el Cardenal señala que “Cuarenta años después de la publicación de la primera constitución Conciliar que abrió las puertas a la reforma litúrgica, es justo preguntarse qué ha significado la misma reforma litúrgica en la renovación de las comunidades cristianas, en qué condiciones la liturgia, reformada según las indicaciones del Concilio, es capaz de mediar entre la fe y la vida, de manera que forme creyentes capaces de ofrecer un testimonio evangélico coherente”.
“Al mismo tiempo, es útil preguntarse con claridad y sinceridad si la reforma ha mostrado eventualmente algún punto débil y dónde, y, sobre todo, cómo puede ser relanzada para el bien del pueblo cristiano”.
El desafío que hoy tiene la Iglesia por delante es el de «traducir la reforma en la vida del creyente, llamado a integrarse en la comunión que el Hijo quiere establecer con cada uno, comunión que celebramos constantemente en la liturgia».
El Cardenal señaló que la reforma litúrgica tiene que “traducida en la vida del creyente”, y explicó que “algunos principios de la Constitución (Sacrosantum Concilium) tal vez se puedan comprenden mejor y ser más fielmente aplicados”.
“Al respecto –agregó- sería útil analizar algunas temáticas específicas, por ejemplo, la relación entre creatividad y fidelidad, entre culto espiritual y vida, entre catequesis y celebración del Misterio, entre presidencia litúrgica y el papel de la Asamblea, entre formación en los seminarios y formación permanente de los sacerdotes”.


Fuente: AciPrensa.com